La economía argentina sigue estancada y la inflación sigue siendo el común denominador. Pese a las diferentes medidas que busca adoptar la actual gestión de Gobierno, el panorama seguirá siendo similar al actual en los próximos meses. Así lo advirtió el economista Eduardo Robinson quien, en diálogo con Norte Económico, adelantó que no se debe descartar la posibilidad de una nueva devaluación. 

“Existe la probabilidad de que el Gobierno introduzca nuevamente ajustes bruscos en el tipo de cambio, especialmente en las próximas semanas ante la demanda de importadores. Esta demanda se mantendrá hasta que comience la cosecha gruesa y será crucial que el Banco Central administre eficientemente las reservas durante este periodo. Por lo tanto, mientras estos factores no se diluyan, la tendencia del dólar y la brecha cambiaría seguirán siendo volátiles, con oscilaciones significativas”, remarcó.

Al igual que su colega, Gustavo Wallberg coincidió en que la liquidación de dólares para importación implicaría la caída de reservas del Banco Central, tendencia que se mantendría al menos hasta mayo. “También influye la reducción de alternativas financieras, a partir de las reducciones de las tasas de interés de plazos fijos, Leliq y pases pasivos dispuestas por el Banco Central. Inclusive los títulos públicos ajustados por CER pierden rentabilidad, pues al ser muy demandados baja su rendimiento para la compra en el mercado secundario. En consecuencia, el dólar vuelve a parecer atractivo aunque parezca relativamente calmado”, analizó.

“Y además se prevé una nueva devaluación hacia marzo, por lo que destinar sobrantes de pesos para comprar dólares puede ser una buena opción. En cuanto al precio del blue, es preferible no hacer estimaciones. Hay mucha desconfianza en su valor y poco se puede pronosticar al respecto”, añadió.

¿Qué implica una nueva devaluación?

Eduardo Robinson: La devaluación implica una aceleración de los precios. Lamentablemente, en contextos como estos, sin anclas fiscales sólidas por ahora, el dólar se ha convertido en una especie de ancla. Desvincularse, es decir, desanclar mediante una devaluación, inevitablemente llevaría a avivar el poder inflacionario. El problema radica en que, con una pauta de ajuste del tipo de cambio del 2%, pero con una inflación muy agresiva, se corre el riesgo de que el tipo de cambio oficial quede relativamente bajo, lo cual alimentaría las expectativas de una nueva devaluación si el Gobierno no toma medidas previas. Con esta dinámica, en unos 40 o 50 días, las expectativas de devaluación comenzarán a incrementarse.

¿Cómo actuar con las inversiones ante este escenario económico?

Gustavo Wallberg: En primer lugar, para aquellos empresarios que ya tienen un capital invertido en sus negocios en marcha, la opción más conveniente probablemente sea mantener la empresa operativa con el objetivo de minimizar las pérdidas. En este contexto, es recomendable esperar a que la situación económica se aclare antes de considerar nuevas inversiones.

Para los inversionistas financieros, la estrategia a seguir dependerá de la magnitud de sus recursos. En general, se sugiere minimizar las pérdidas, ya que es improbable obtener rendimientos que cubran la inflación. Los plazos fijos pueden ser una opción, aunque su eficacia puede variar según el banco y la cantidad de plazos fijos realizados.

Si se considera una perspectiva a más largo plazo, la inversión en renta variable, como el mercado de acciones, podría ser una opción viable. En este sentido, el mercado exterior, particularmente en economías como Brasil o Estados Unidos, podría ofrecer oportunidades. Se recomienda asesorarse con un experto financiero para evaluar adecuadamente estas opciones.

En el caso de buscar alternativas en Argentina, las inversiones en renta fija con tasas de interés predeterminadas podrían generar pérdidas. Para aquellos interesados en paralelismo con el dólar, las obligaciones negociables en dólares, especialmente en empresas con actividades principales en el extranjero, podrían ser consideradas. Empresas relacionadas con energía, como las petroleras, podrían presentar un rendimiento relativamente mejor, especialmente ante el posible aumento de los precios internacionales de commodities.

Eduardo Robinson: En la actualidad, lo más prudente parece ser adoptar una postura de espera. Personalmente, considero que los sectores vinculados a la energía experimentarán beneficios, especialmente aquellos que son proveedores de materiales eléctricos y todo lo relacionado con la esfera energética en general. Esto se debe a posibles incrementos tarifarios, entre otros factores. Sin embargo, en el momento presente, existe una expectativa general en el mercado y en el sector privado sobre la evolución del panorama macroeconómico, al menos durante la primera parte del año. Este periodo de espera se realiza con el objetivo de tomar decisiones con mayor precisión en el futuro cercano.

Hasta ahora, la economía muestra signos de ventas deprimidas, especialmente en sectores como la indumentaria, la hotelería y la gastronomía. En la primera quincena de enero, se percibe una relativa calma, con gastos moderados, ya que la demanda agregada se ve afectada. Sin embargo, algunos empresarios pueden estar observando con optimismo la posibilidad de ajustes de precios y anticipando una mayor dinámica en el transcurso del año. No obstante, en este momento, no hay claridad en cuanto a la toma de decisiones respecto a inversiones o la expansión de la capacidad productiva hacia fin de año.

¿Por qué vuelve a subir el dólar y qué se espera para los próximos meses?

Eduardo Robinson: En diciembre, la demanda de pesos suele ser fuerte, impulsada por desembolsos significativos de dólares por parte de empresas para hacer frente a diversos gastos, especialmente relacionados con aguinaldos y salarios. Por otro lado, persiste una inflación agresiva y aún no está claro cuándo se podrá empezar a desacelerar, con escasas opciones en el mercado para protegerse contra ella. El dólar se presenta como un activo de refugio en este contexto.

La reducción de tasas para los plazos fijos y la extensión de los plazos fijos UVA a 180 días para movilizar fondos han dejado al pequeño y mediano inversor con pocas alternativas frente a la agresividad de la inflación. El dólar vuelve a ser la opción más viable, respaldado por factores económicos, como la inflación y la falta de claridad en el programa económico, que hasta ahora son medidas sin un rumbo definido.

En este sentido, la combinación de factores económicos y políticos está llevando a que el dólar recupere su posición como refugio seguro. Entonces, el incremento del dólar continuará mientras persistan los factores mencionados anteriormente, es decir, hasta que no se observe un cambio en la tendencia, una disminución en lo relacionado con la demanda de pesos y mientras la inflación siga siendo significativamente agresiva, algo que proyectamos al menos durante el primer cuatrimestre del año.

Gustavo Wallberg: El aumento del precio del dólar responde a diversos factores. En primer lugar, la aparición de la necesidad de pesos hacia fin de año, especialmente para el pago de aguinaldos, lleva a que los empresarios opten por vender dólares o títulos dolarizados y lo utilicen pesos para realizar los pagos señalados, en lugar de buscar dólares. Esto genera un incremento en la oferta de dólares y una disminución en su demanda. Sin embargo, este fenómeno se revierte en febrero.

Otro motivo es la liquidación de dólares destinados a la importación, lo que podría implicar una disminución de las reservas en el BCRA o una menor alza en comparación con periodos anteriores. Este proceso se extiende hasta abril-mayo, momento en el cual comienza la liquidación de la cosecha gruesa.

Un dólar alto, aunque pueda parecer contradictorio, presenta la ventaja de facilitar la importación, mientras que un dólar barato implica escasez para importar debido a una demanda superior a la oferta. El dólar alto garantiza la disponibilidad de divisas y evita una excesiva demanda especulativa, ya que se reconoce su rezago y se espera una próxima devaluación. Si el Gobierno mantiene un dólar alto, se podría esperar un estímulo para la importación y, por ende, un acceso mejorado a insumos para la producción.